El crecimiento constante de la deuda pública a nivel mundial ha encendido las alarmas entre economistas y gestores de mercados. En los últimos años, los niveles de endeudamiento han alcanzado cifras históricas, impulsados por estímulos fiscales, gasto en defensa y medidas extraordinarias durante la pandemia.
Analizar estas dinámicas permite comprender los riesgos asociados y evaluar las estrategias para mantener la sostenibilidad fiscal. En este artículo, exploraremos datos clave, factores causales, consecuencias y recomendaciones de organismos internacionales.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta que en 2025 la deuda pública global alcanzará el 95,1% del PIB mundial, un ascenso de 2,8 puntos porcentuales respecto a 2024 y muy superior al aumento de 1 punto observado en el bienio anterior.
El escenario más adverso plantea que, de mantenerse las condiciones actuales, la deuda podría superar el 117% del PIB en 2027, situándose en niveles no vistos desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Para las economías avanzadas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que la deuda pendiente aumentará de 54 billones de dólares en 2023 a casi 59 billones en 2025. Simultáneamente, la emisión de nuevo pasivo bude cerca de 17 billones de dólares, un récord histórico.
En los mercados emergentes, la emisión de deuda soberana se ha triplicado desde 2007, pasando de 1 billón a más de 3 billones en 2024. China lidera este aumento, representando el 45% de las emisiones globales en 2024.
Varios elementos confluyen para generar graves tensiones en los mercados financieros y para que los analistas redoblen sus advertencias:
La combinación de factores de largo plazo con eventos puntuales intensifica la vulnerabilidad de las finanzas públicas. Por un lado, las tensiones comerciales y los conflictos geopolíticos incrementan el gasto militar y provocan inestabilidad en los mercados internacionales.
Por otro, la volatilidad financiera y unas expectativas negativas sobre el crecimiento global encarecen la deuda, dificultando su gestión. La elevada dependencia de financiamiento externo en varios países emergentes aumenta el riesgo de desequilibrios cambiarios y crisis de pago.
Si los niveles de endeudamiento continúan en ascenso sin un repunte económico suficiente, podríamos enfrentar:
La OCDE subraya la importancia de dirigir el gasto a inversiones que impulsen la productividad, como infraestructuras, educación y tecnología, para asegurar un crecimiento sostenible que permita contener la deuda.
Además, se propone fomentar el endeudamiento responsable, vinculando el acceso a nuevos recursos al cumplimiento de metas de desarrollo y eficiencia en el gasto público. Una combinación de disciplina fiscal y estímulo a la inversión privada resulta clave para mantener la estabilidad macroeconómica.
En conclusión, la elevación continua de la deuda pública genera un escenario de riesgo sistémico que exige respuestas coordinadas. Solo mediante una estrategia que combine crecimiento económico por debajo de expectativas y control del déficit será posible evitar una espiral insostenible.
La vigilancia de los mercados, la transparencia fiscal y la priorización de proyectos de alto impacto social y productivo serán elementos centrales para restaurar la confianza y asegurar un futuro próspero.
Referencias