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Por qué algunos prefieren el riesgo a pesar de las pérdidas

Por qué algunos prefieren el riesgo a pesar de las pérdidas

31/07/2025
Felipe Moraes
Por qué algunos prefieren el riesgo a pesar de las pérdidas

En un mundo donde las decisiones financieras marcan nuestro bienestar, sorprende que muchas personas elijan exponerse a riesgos elevados justo después de registrar pérdidas. Lejos de la idea de que el ser humano huya de lo negativo, descubrimos un fenómeno paradójico que desafía al modelo de aversión de la teoría clásica.

Este artículo explora las raíces psicológicas, conductuales y neuronales de esta conducta, ofrece ejemplos reales y propone herramientas prácticas para gestionar la inclinación al riesgo. Sumérgete en un recorrido que combina teoría y acción con un objetivo claro: comprender y equilibrar nuestras decisiones.

La perspectiva de las finanzas conductuales

Las finanzas conductuales surgen de la fusión entre psicología y finanzas. A diferencia del modelo tradicional, que asume al individuo como un “homo economicus” racional y predictible, esta disciplina reconoce la influencia de emociones y sesgos cognitivos en la toma de decisiones.

Mientras el modelo financiero clásico asume racionalidad, numerosas investigaciones demuestran que toleramos conductas irracionales cuando hablamos de dinero. Un simple sesgo, como creer que las malas rachas “no nos tocarán a nosotros”, puede llevar a decisiones que aumentan la vulnerabilidad financiera.

Sesgos cognitivos y heurísticas

Los sesgos cognitivos funcionan como atajos mentales que facilitan decisiones rápidas pero propensas a errores sistemáticos. Entre los más relevantes para entender el riesgo tras una pérdida están:

  • Sesgo de recencia: otorgar mayor importancia a eventos recientes.
  • Optimismo excesivo: sobreestimar la probabilidad de buenos resultados.
  • Efecto Dunning-Kruger: creer erróneamente que se domina más de lo que realmente se sabe.
  • Heurística de disponibilidad: basar decisiones en información fácil de recordar.

Cuando estos sesgos se combinan, pueden reforzar la idea de que un giro positivo está “a la vuelta de la esquina”, alentando apuestas más grandes para recuperar pérdidas.

La paradoja de la aversión a la pérdida

La aversión a la pérdida indica que el dolor de perder es psicológicamente más intenso que el placer de ganar la misma cantidad. No obstante, algunos individuos exhiben el fenómeno inverso: reforzar riesgos tras un fracaso.

Este “efecto de recuperación” impulsa a redoblar la apuesta con la esperanza de volver al punto de equilibrio. A nivel práctico, esta estrategia es casi siempre contraproducente, pues incrementa las probabilidades de pérdidas mayores y acelera el ciclo de endeudamiento.

Emociones y motivaciones detrás del riesgo

Las emociones son fuerzas poderosas en la toma de decisiones. Dos de las más determinantes en contextos financieros son:

  • Codicia: deseo de obtener rendimientos extraordinarios.
  • Miedo: evita paralizarnos o, al contrario, empuja a la recuperación rápida.

Además, la impulsividad y búsqueda de gratificación inmediata conduce a elegir opciones de alto riesgo ignorando consecuencias a largo plazo. Para algunos, la descarga de adrenalina al asumir riesgos compensa el malestar por las pérdidas.

Neurociencia de la toma de riesgos

Detrás de cada decisión arriesgada se encuentran mecanismos cerebrales específicos. El equilibrio entre ellos determina si nos inclinamos hacia o contra el riesgo.

Cuando el núcleo accumbens domina la ínsula anterior, experimentamos una fuerte urgencia por la recompensa, minimizando el miedo a perder. Este desequilibrio puede llevar a conductas similares a las adicciones, donde repetimos la búsqueda del “subidón” financiero una y otra vez.

Ciclo conducta-riesgo-pérdida

La combinación de aversión parcial y necesidad de recuperación crea un bucle peligroso:

1) Se produce una pérdida inicial. 2) La tensión emocional y el deseo de revertirla impulsan una nueva apuesta. 3) Si fracasa, se intensifica la urgencia de resolver el fracaso inmediato. 4) Repite el ciclo.

Este patrón se asemeja al de la adicción al juego y puede erosionar la salud financiera y emocional de manera silenciosa pero vertiginosa.

Ejemplos y estudios de caso

En el sector financiero, existen casos de inversionistas que tras vender activos en pérdida vuelven a comprar con mayores montos, convencidos de que “ahora sí” recuperarán lo perdido. En otro ámbito, familias con deudas de tarjetas de crédito que, ante incapacidad de pago, recurren a préstamos aún más caros para saldar vencimientos anteriores.

Estos ejemplos muestran cómo el ciclo de endeudamiento se perpetúa, generando un estrés crónico y afectando la calidad de vida. Estudios revelan que este patrón no es anecdótico, sino frecuente en individuos con dificultades para regular emociones y controlar impulsos.

Estrategias para gestionar el riesgo excesivo

Para romper este ciclo, las finanzas conductuales sugieren varias tácticas:

  • Autoobservación de emociones antes de decidir.
  • Establecer límites de pérdida y respetarlos al pie de la letra.
  • Buscar asesoramiento financiero externo de confianza.
  • Practicar técnicas de control emocional, como la respiración consciente.

Adoptar estas medidas ayuda a fomentar decisiones más equilibradas y a evitar los impulsos que refuerzan el ciclo de pérdida. La educación financiera y la regulación emocional son aliados esenciales en este proceso.

En última instancia, comprender por qué algunas personas prefieren el riesgo a pesar de las pérdidas nos permite diseñar intervenciones más efectivas. Desde políticas públicas hasta asesorías personalizadas, el objetivo es ofrecer herramientas que promuevan un entorno financiero saludable y resistente al impulso desmedido.

Felipe Moraes

Sobre el Autor: Felipe Moraes

Felipe Moraes, de 36 años, es columnista en espantapitas.com, especializado en planificación financiera, crédito personal y estrategias de inversión accesibles.